Hace cinco años me fui a hacer un tatuaje, durante mi primer viaje a Tenerife.
Me lo hice porque sí. Sin pensarlo mucho. Como las mayores, mejores y más duraderas decisiones que tomo.
Me dijeron:
- No es para siempre. Es una tinta especial. Dura dos o tres años. Después se va a ir esfumando.
- Genial- dije yo. Justo lo que quiero.
Pasaron cinco años y el tipo está tan negro como el primer día.
Lo que me sigue asombrando es que nunca nadie dudó de mi versión.
Podría ser yo la que mienta sobre un tatuaje con fecha de desaparición, en lugar de Domingo, el alegre tatuador que me talló la cintura.
Me acuerdo muy bien de ese día. Llegué con cita y todo y me recibió la mujer de Domingo, quien hablaba maravillas del artista. Tenía puesta una musculosa gris que posibilitaba una detallada panorámica de sus tatuajes. Sin duda el que más me impresionó fue el ojo que tenía tatuado en la axila. Cada vez que levantaba y bajaba el brazo, un enorme ojo turquesa se abría y cerraba. Aun no entiendo cómo no salí huyendo en ese momento del lugar. Supongo que tiene que ver esa convicción con la que llevo adelante las decisiones que pienso poco.
En fin. Me faltaba decidir el motivo.
- Allí tienes las carpetas. Hay dibujos y fotos. Mira a ver- me dijo la chica "panóptico".
Mira a ver. Esa frase siempre me llamó la atención. La redundancia. Doble si consideramos los tres ojos de quien la pronunciaba.
En las carpetas había símbolos orientales, celtas, animales, pájaros, corazones, mamarrachos, signos del horóscopo chino y occidental, entre muchos. Miré las fotos. Más allá de algún que otro motivo espantoso, los tatuajes estaban muy bien hechos. Así que mi decisión seguía firme.
Sabía que en cuanto lo viera, iba a saber cuál era el motivo que me tatuaría. Y así pasó.
En una hoja, solo para él, estaba mi tatuaje: el símbolo oriental que representa todo lo femenino. Lo redondo, infinito, continuo.
- Es este- le dije a Domingo.
- Ok. ¿Lo quieres solo o entre tribales?
No tenia idea de lo que me estaba preguntando así que salí de la situación como suelo hacerlo en esos casos.
- Domingo, vos creá.
- Genial. Lo dibujo y te lo muestro así decidimos el tamaño. ¿Te parece?
- Me parece.
Cuando lo terminó vino a mostrarme. Era perfecto. Acepté. Empezamos.
Me llevó hasta la parte de atrás del lugar. Una especie de quirófano con mucha luz y muy limpio. Chequeé que tuviera todo descartable y cerrado. Estaba todo en orden.
- A ver, mi niña. Siéntate ahí y tira tu cuerpo hacia adelante.
Estaba sentada en una silla pero al revés. Quedé frente a un espejo. El respaldar de la silla miraba a Domingo al igual que mi culo.
Se puso los guantes descartables y pasó el dibujo a mi piel. Encendió una especie de torno y comenzó a dibujar.
Hasta ahí todo medianamente tranquilo.
- Bueno. Ahora comenzamos- dijo- ¿Lista?
- Si, claro.- Dije muy segura.
Empecé a sentir un ardor intenso. Me quemaba. Todo mi esqueleto hacía de caja de resonancia de mi cintura que estaba siendo tallada a mano.
- aaaAAAAAHHHHHHH- los gritos se me escapaban de la garganta. No tenía ni intención de gritar. Sin embargo salían y fuertes.
De repente me vi en el espejo. Estaba toda traspirada. La pintura de los ojos me chorreaba por las mejillas. El pelo me caía en la cara, mojado y se me pegaba en la nuca.
- ¡Qué me estas haciendooooooooo!- le grité al pobre Domingo que respondió
- Un tatuaje, mi niña.
Finalmente terminó, después de un parto de casi media hora.
- Bueno. Ahora todas las noches te pones esta cremita desinflamatoria. Hoy espera un rato porque todavía hay mucha sangre.
- ¿Sangre? ¡Cómo sangre!
No pude ver cómo estaba mi tatuaje hasta el día siguiente cuando me cambié la venda.
Era hermoso. Grande, si. Y hermoso. Como yo lo quería.
Hoy, casi resignada a tenerlo para siempre, lo miro y me sigue gustando.
Recuerdo el significado. El símbolo oriental de lo femenino. Lo continuo, redondo, infinito. Aunque si lo miro, de redondo no tiene nada. Y si lo pienso, así como me prometieron que en pocos años desaparecería, puede ser que en mi culo tenga tatuado el símbolo del Chop suey de pollo de la carta de algún restaurant oriental. Eso si. Entre dos tribales divinos.
Comentarios
el tautaje no iba a desaprecer hasta que no regrasaras a España.
chop suey es un halago... jajaja...