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Es una noche increíble. La temperatura está ideal y me puse la remera asesina.
Todavía no llegaste. Así que me dedico a esperarte. A ponerme en situación. En cualquier momento llegas así que me muevo como si pudieras verme. Estoy donde quiero estar
Pensé en esconderme para observarte primero. Para que no me agarres desprevenida pero pasó el rato y no llegas y la música cada vez más irresistible, así que opto por buscar la luz que más me convenga, pararme abajo y bailar como si pudieras verme.
Tomo un trago como si pudieras verme. Es la tercera canción que bailo como si pudieras verme y ya me hace calor. Repaso cada una de las opciones que pensé para este momento. Los detalles. Las posibilidades y pierdo la cabeza. Entre las canciones, el trago y mis fantasías, pierdo la cabeza.
Cuando no me queda más por repasar, se me vienen tus palabras.
Las que escucho tratando de encontrarme. Una y otra vez esa trampa, vanidoso veneno.
Abro los ojos y veo este lugar, lleno de mujeres. Felices y bailando como si pudieras verlas.
Pienso en todas las que deben buscarse en tus palabras. Pienso en que a lo mejor no soy la única que te espera aquí esta noche.
De repente el alcohol de mi trago se me espesa en la garganta. En mi estómago.
Ya no me siento tan hermosa porque dejé de sentirme única. Y me llega lo irrevocable: me siento estúpida.
Me quiero esconder. Rápido. El baño, refugio seguro. Pero para llegar al baño tengo que pasar por la puerta. No llegues, no llegues justo ahora por favor. Camino entre las demás mujeres. Me molestan. Me molesta la música, la gente, el ruido. Quiero llegar al baño rápido.
Paso por la puerta y estas ahí, esperando para entrar.
Que no me vea que no me vea por favor que no me vea.
Llego al baño. Está vacio. Miro el lavatorio y abro la canilla. Sentir el agua me tranquiliza.
Me miro al espejo y la cruel luz blanca que no ayuda.
Ya no quiero verte. Ya no quiero todo lo que quería. No quiero ser materia prima de una anécdota. Y esta noche me di cuenta de que eso es lo que voy a ser para vos.
Así que puedo irme sin que me veas o mandarte a la puta que te parió antes de irme.
Irme es una opción. Quedarme y no estar con vos, no lo es. Planeamos tanto este encuentro.
Por fin coincidimos en vernos. Solos. Ganas postergadas. Ganas acumuladas. Es demasiado para irme. Es demasiado para quedarme.
Y también puedo quedarme y aceptar las reglas de juego. Hacerlas mías.
Me recuerdo la lección que quiero aprender pronto: no te hagas lo que no sos.
En este caso seria: no te hagas la canchera.
Los cancheros esperan que el otro empiece la conversación en el MSN, no llaman por teléfono sino que esperan que los llamen. Los cancheros tienen orgullo. Yo no.
Yo soy impulso. Los cancheros, histeria.
Yo soy urgencia. Los cancheros, cálculo. Estrategia.
En todo esto pienso mientras me miro al espejo.
Pero así como soy impulso, impaciencia, sé que si dejo pasar esta noche me voy a arrepentir.
Porque si no es hoy, no es.
Además, se cómo va a seguir esto. Me voy. Me llamas. No voy a poder poner en palabras lo que me pasó porque solo yo lo entiendo.
Ya me lo habías advertido. Es más. Juntos criticamos a tus otras conquistas que reclamaban exclusividad y se enojaban con vos. Hablamos de divismo, de la necesidad imperiosa, prístina de exclusividad y al mismo tiempo ser incapaz de darla. En fin. Hablamos. Por eso me siento más idiota aun. Ya lo habíamos hablado. Ya me habías advertido. ¡Mierda!
Cagate en la revolución femenina pero yo ya no me conformo. Quiero todo porque doy todo.
Te quiero todo porque te doy todo. Eso o nada. No quiero ser un canal más dentro de tu zapping. No voy a competir por audiencia.
Pero qué me molesta tanto. A ver. Creo que lo que esperaba de vos eran reglas de juego solo nuestras. Entiendo que las armas de seducción son limitadas pero las reglas del juego eran lo único nuestro. Privado.
Tengo que pensar todo bien y rápido. Tengo que pensar para poder elegir. Saber dónde me meto. Aceptarlo. Jugar. O no.
Además, puede que muchas te esperen pero hoy, solo por esta noche, yo soy la única que vos esperas. Eso me convierte en tu noche.
Pero vos sos mi noche hace tanto. Quiero tener sobre vos el mismo poder que ejerces sobre mí. Pero no se si estoy a tiempo de plantear nuevas pautas. Tengo todo para perder. Estoy muy expuesta ya.
Lo primero que puedo decidir es que si me van a romper el corazón, no vas a ser ni vos ni va a ser esta noche.
Tampoco quiero renegar de lo que soy. Si soy impulso, lo soy. Pero la clave está en elegir.
Vine sola que es como estar desnuda. No tengo escudo ni excusa ni coartada. Mejor. No me quiero ir por la puerta trasera. Quiero resolverlo con los elementos que tengo.
Así que digiero mi embole. Tomo aire y salgo del baño. Paso por la barra y recargo mi coraje.
Ahí estas en todo tu esplendor, desprendiendo humanidad. Armado hasta los dientes. Cigarrillo, copa, sonrisa, peinado. Ahí parado, no hay más. No hay menos.
Camino hacia vos me acerco, me acerco. Paro de golpe. Te doy la espalda y me vuelvo a plantear si voy a poder.
Es una noche increíble. La temperatura está ideal y me puse la remera asesina.
Todavía no llegaste. Así que me dedico a esperarte. A ponerme en situación. En cualquier momento llegas así que me muevo como si pudieras verme. Estoy donde quiero estar
Pensé en esconderme para observarte primero. Para que no me agarres desprevenida pero pasó el rato y no llegas y la música cada vez más irresistible, así que opto por buscar la luz que más me convenga, pararme abajo y bailar como si pudieras verme.
Tomo un trago como si pudieras verme. Es la tercera canción que bailo como si pudieras verme y ya me hace calor. Repaso cada una de las opciones que pensé para este momento. Los detalles. Las posibilidades y pierdo la cabeza. Entre las canciones, el trago y mis fantasías, pierdo la cabeza.
Cuando no me queda más por repasar, se me vienen tus palabras.
Las que escucho tratando de encontrarme. Una y otra vez esa trampa, vanidoso veneno.
Abro los ojos y veo este lugar, lleno de mujeres. Felices y bailando como si pudieras verlas.
Pienso en todas las que deben buscarse en tus palabras. Pienso en que a lo mejor no soy la única que te espera aquí esta noche.
De repente el alcohol de mi trago se me espesa en la garganta. En mi estómago.
Ya no me siento tan hermosa porque dejé de sentirme única. Y me llega lo irrevocable: me siento estúpida.
Me quiero esconder. Rápido. El baño, refugio seguro. Pero para llegar al baño tengo que pasar por la puerta. No llegues, no llegues justo ahora por favor. Camino entre las demás mujeres. Me molestan. Me molesta la música, la gente, el ruido. Quiero llegar al baño rápido.
Paso por la puerta y estas ahí, esperando para entrar.
Que no me vea que no me vea por favor que no me vea.
Llego al baño. Está vacio. Miro el lavatorio y abro la canilla. Sentir el agua me tranquiliza.
Me miro al espejo y la cruel luz blanca que no ayuda.
Ya no quiero verte. Ya no quiero todo lo que quería. No quiero ser materia prima de una anécdota. Y esta noche me di cuenta de que eso es lo que voy a ser para vos.
Así que puedo irme sin que me veas o mandarte a la puta que te parió antes de irme.
Irme es una opción. Quedarme y no estar con vos, no lo es. Planeamos tanto este encuentro.
Por fin coincidimos en vernos. Solos. Ganas postergadas. Ganas acumuladas. Es demasiado para irme. Es demasiado para quedarme.
Y también puedo quedarme y aceptar las reglas de juego. Hacerlas mías.
Me recuerdo la lección que quiero aprender pronto: no te hagas lo que no sos.
En este caso seria: no te hagas la canchera.
Los cancheros esperan que el otro empiece la conversación en el MSN, no llaman por teléfono sino que esperan que los llamen. Los cancheros tienen orgullo. Yo no.
Yo soy impulso. Los cancheros, histeria.
Yo soy urgencia. Los cancheros, cálculo. Estrategia.
En todo esto pienso mientras me miro al espejo.
Pero así como soy impulso, impaciencia, sé que si dejo pasar esta noche me voy a arrepentir.
Porque si no es hoy, no es.
Además, se cómo va a seguir esto. Me voy. Me llamas. No voy a poder poner en palabras lo que me pasó porque solo yo lo entiendo.
Ya me lo habías advertido. Es más. Juntos criticamos a tus otras conquistas que reclamaban exclusividad y se enojaban con vos. Hablamos de divismo, de la necesidad imperiosa, prístina de exclusividad y al mismo tiempo ser incapaz de darla. En fin. Hablamos. Por eso me siento más idiota aun. Ya lo habíamos hablado. Ya me habías advertido. ¡Mierda!
Cagate en la revolución femenina pero yo ya no me conformo. Quiero todo porque doy todo.
Te quiero todo porque te doy todo. Eso o nada. No quiero ser un canal más dentro de tu zapping. No voy a competir por audiencia.
Pero qué me molesta tanto. A ver. Creo que lo que esperaba de vos eran reglas de juego solo nuestras. Entiendo que las armas de seducción son limitadas pero las reglas del juego eran lo único nuestro. Privado.
Tengo que pensar todo bien y rápido. Tengo que pensar para poder elegir. Saber dónde me meto. Aceptarlo. Jugar. O no.
Además, puede que muchas te esperen pero hoy, solo por esta noche, yo soy la única que vos esperas. Eso me convierte en tu noche.
Pero vos sos mi noche hace tanto. Quiero tener sobre vos el mismo poder que ejerces sobre mí. Pero no se si estoy a tiempo de plantear nuevas pautas. Tengo todo para perder. Estoy muy expuesta ya.
Lo primero que puedo decidir es que si me van a romper el corazón, no vas a ser ni vos ni va a ser esta noche.
Tampoco quiero renegar de lo que soy. Si soy impulso, lo soy. Pero la clave está en elegir.
Vine sola que es como estar desnuda. No tengo escudo ni excusa ni coartada. Mejor. No me quiero ir por la puerta trasera. Quiero resolverlo con los elementos que tengo.
Así que digiero mi embole. Tomo aire y salgo del baño. Paso por la barra y recargo mi coraje.
Ahí estas en todo tu esplendor, desprendiendo humanidad. Armado hasta los dientes. Cigarrillo, copa, sonrisa, peinado. Ahí parado, no hay más. No hay menos.
Camino hacia vos me acerco, me acerco. Paro de golpe. Te doy la espalda y me vuelvo a plantear si voy a poder.
Comentarios
como el bombón, pero remera!
besoooooooooooooooooooooo sofi!
(como siempre yo no aportando nada, slvo giladas)
Me encanta leerte, digo, por si no te lo había dicho.