I-
Me meto en tu auto con la ansiedad de lo fantaseado.
Todo lo que precedió al exacto momento en el que me meto en tu auto, es puro merodeo. Necesario, pero merodeo. Hacemos planes para la próxima hora, para quitarle obviedad al deseo que prima: meternos en tu auto y que me lleves a tu cama.
Hay una rareza que no termina de ser. Es la noche en la que nos hacemos realidad. Reconozco tus palabras, no tu voz. Reconozco tu casa no su olor. Esta casa tan tuya, mía, nunca nuestra. Nos reconocemos de día, después de habitarnos de noche y tu gata que prefiere mi falda, ahora que es noche de nuevo.
II-
Me gusta porque te reis con el cuerpo y la risa lo trasciende así que te paras y te movés, bailando tu risa hasta que podés volver a quedarte quieto.
III-
Llegamos a tu casa en verano. Salimos de tu casa en otoño. Transición que no solo notó nuestro cuerpo y tu gata, sino los arboles que adornan el camino de vuelta. Entramos de noche. Salimos de noche. Entramos verano salimos otoño.
Me meto en tu auto con la ansiedad de lo fantaseado.
Todo lo que precedió al exacto momento en el que me meto en tu auto, es puro merodeo. Necesario, pero merodeo. Hacemos planes para la próxima hora, para quitarle obviedad al deseo que prima: meternos en tu auto y que me lleves a tu cama.
Hay una rareza que no termina de ser. Es la noche en la que nos hacemos realidad. Reconozco tus palabras, no tu voz. Reconozco tu casa no su olor. Esta casa tan tuya, mía, nunca nuestra. Nos reconocemos de día, después de habitarnos de noche y tu gata que prefiere mi falda, ahora que es noche de nuevo.
II-
Me gusta porque te reis con el cuerpo y la risa lo trasciende así que te paras y te movés, bailando tu risa hasta que podés volver a quedarte quieto.
III-
Llegamos a tu casa en verano. Salimos de tu casa en otoño. Transición que no solo notó nuestro cuerpo y tu gata, sino los arboles que adornan el camino de vuelta. Entramos de noche. Salimos de noche. Entramos verano salimos otoño.
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