Me encantan las muñecas. Todas. Pero la que más me gusta es la Barbi Bich de Mariana. ¡Me fascina! Esa que viene con la reposera y que tiene la bikini fucsia y el pareo con flores y el sombrero de playa.
Hoy la trajo al cole sin que su mamá sepa obvio porque no se la deja sacar.
Cuando la mostró en el recreo todas las chicas se amontonaron y le pedían que por favor se las prestara pero Mariana dijo que no que la había traído solo para mostrarla que no la podían tocar. Lo que pasa es que ella es medio guacha. Siempre hace lo mismo. Lleva cosas que sabe que nos requetencantan y después dice no la toquen no la toquen. Me embola.
Cuando terminó el recreo yo no podía pensar en otra cosa que no fuera la Barbi Bich. No dejaba de mirar la mochila de Mariana porque sabía que adentro estaba ella.
¡Cómo me gustaría tener una! Quería saber qué se sentía agarrar una Barbi de verdad porque nunca las había visto de tan cerca sola unas medio fieras de mi prima Natalia y que no eran Barbi Barbi. Pero como ésta así toda completa y hermosa nunca.
Era mi única oportunidad tenia que aprovechar pero cómo porque Mariana no iba a salir a ningún recreo sin ella. No iba a dejarla sola nunca.
¡Claro! ¡La clase de gimnasia! Ahí salimos todos si o si y dejamos las cosas en el aula ¡Qué bien!
Así que eso hice. En un momento en que estábamos en el patio, le dije al profe que me iba al baño y me escapé al aula cerré la puerta y vi que la mochila de Mariana no estaba seguro que la había escondido porque a la clase no la había llevado. El único lugar que podía ser era el armario o la biblioteca. Me fijé y ¡ahí estaba! Tenía tanta emoción que me temblaban las manos.
Abrí el cierre y con muchísimo cuidado la saqué. ¡Qué hermosa que era! El pelo blanco y suave, las piernas que se doblan, la ropa tan linda y el sombrero chiquito y perfecto. La abracé y me sentí tan feliz. Tan bien.
De repente vi en la mochila el vestido de Barbi Princesa que le había hecho la abuela a Mariana. El que había llevado la semana pasada. ¡Y también estaba el pintalabios! Me puse rápido el vestido y me pinté un poquito la boca ¡Qué felicidad! Agarré la muñeca de nuevo y empecé a bailar ¡Ay, qué lindo! Laaaaa la la la laaaa, la la laaa la la laaaa la la laaaa. Qué lindo! Así quiero vestirme siempre siempre todos los días Laaaaa la la la laaaa, la la laaa la la laaaa la la laaaa. ¡Soy una princesa!
- ¡Pero qué hacés con eso vos!
La seño hacía un rato que me estaba mirando no la sentí entrar se me vino al humo, me arrebató la Barbi de las manos y mientras me sacaba el vestido y me pasaba la mano por la boca con mucha fuerza para limpiarme el pintalabios, me gritaba:
-¡Sacate rápido todo y guardalo donde estaba! Pero ¡sacate eso!
Puso todo en la mochila y me agarró re fuerte del brazo. Yo nunca había visto a la seño tan enojada.
- ¿A dónde me llevas?
- ¿Y a vos qué te parece? A hablar con la directora.
¡No! ¡Con la directora no! Iba a llamar a mi mamá y ella se lo iba a decir a mi papá!
Pasamos por el patio y todos mis compañeros se reían de mí.
- ¡Jaa! ¡Tiene la boca pintada!
Tocó la puerta de la dirección y entramos.
- ¿Pero qué hace con la boca pintada así? – me gritó la directora.
- Se escapó de la clase de gimnasia, fue al aula, le abrió la mochila a Mariana y le sacó un disfraz y unas pinturas que había traído. Cuando entré estaba con el vestido puesto y los labios pintados, bailando.
- Llamá urgente a los padres- dijo la directora.
- No no no no. Porfa porfa porfa no los llamen prometo que nunca nunca pero nunca más lo vuelvo a hacer – les rogué llorando.
- No. Esto es muy grave. Esperá afuera.
Salí y me senté en una silla mientras escuchaba cómo discutían en la dirección.
- Hola señora. Hablo de la escuela. Tuvimos una situación muy grave y necesitamos que venga cuanto antes.
Al rato llegó mi mamá. Me miró y me dijo:
- Ay, no. Lo hiciste acá también – y me abrazó.
Entramos y la directora empezó a hablar. Estaba tan enojada que no me miró ni una vez.
- Mire señora. Nunca habíamos tenido una situación como esta. Es la primera vez que sucede en nuestra institución y consideramos que no podemos pasarla por alto. La verdad es que algo sospechábamos pero nunca pensamos que ocurriría algo de estas características. Lo siento mucho pero este comportamiento es incompatible con nuestros valores y no podemos poner en riesgo nuestro prestigio académico. Lo lamento, pero va a tener que elegir otra institución. – dijo la directora.
En eso entró la señorita con mi mochila y mi campera.
Mi mamá me miró, me acomodó el pelo y sacó un pañuelo de la cartera. Y mientras me limpiaba los labios me dijo:
- No te preocupes, Luquitas. Ya vamos a encontrar el lugar donde puedan ver lo especial que sos.
De repente ya no me sentía tan mal. La miré, agarré mi mochila y nos fuimos de la mano.
Camino a casa compramos unas facturas con dulce de leche para tomar la chocolatada.
Hoy la trajo al cole sin que su mamá sepa obvio porque no se la deja sacar.
Cuando la mostró en el recreo todas las chicas se amontonaron y le pedían que por favor se las prestara pero Mariana dijo que no que la había traído solo para mostrarla que no la podían tocar. Lo que pasa es que ella es medio guacha. Siempre hace lo mismo. Lleva cosas que sabe que nos requetencantan y después dice no la toquen no la toquen. Me embola.
Cuando terminó el recreo yo no podía pensar en otra cosa que no fuera la Barbi Bich. No dejaba de mirar la mochila de Mariana porque sabía que adentro estaba ella.
¡Cómo me gustaría tener una! Quería saber qué se sentía agarrar una Barbi de verdad porque nunca las había visto de tan cerca sola unas medio fieras de mi prima Natalia y que no eran Barbi Barbi. Pero como ésta así toda completa y hermosa nunca.
Era mi única oportunidad tenia que aprovechar pero cómo porque Mariana no iba a salir a ningún recreo sin ella. No iba a dejarla sola nunca.
¡Claro! ¡La clase de gimnasia! Ahí salimos todos si o si y dejamos las cosas en el aula ¡Qué bien!
Así que eso hice. En un momento en que estábamos en el patio, le dije al profe que me iba al baño y me escapé al aula cerré la puerta y vi que la mochila de Mariana no estaba seguro que la había escondido porque a la clase no la había llevado. El único lugar que podía ser era el armario o la biblioteca. Me fijé y ¡ahí estaba! Tenía tanta emoción que me temblaban las manos.
Abrí el cierre y con muchísimo cuidado la saqué. ¡Qué hermosa que era! El pelo blanco y suave, las piernas que se doblan, la ropa tan linda y el sombrero chiquito y perfecto. La abracé y me sentí tan feliz. Tan bien.
De repente vi en la mochila el vestido de Barbi Princesa que le había hecho la abuela a Mariana. El que había llevado la semana pasada. ¡Y también estaba el pintalabios! Me puse rápido el vestido y me pinté un poquito la boca ¡Qué felicidad! Agarré la muñeca de nuevo y empecé a bailar ¡Ay, qué lindo! Laaaaa la la la laaaa, la la laaa la la laaaa la la laaaa. Qué lindo! Así quiero vestirme siempre siempre todos los días Laaaaa la la la laaaa, la la laaa la la laaaa la la laaaa. ¡Soy una princesa!
- ¡Pero qué hacés con eso vos!
La seño hacía un rato que me estaba mirando no la sentí entrar se me vino al humo, me arrebató la Barbi de las manos y mientras me sacaba el vestido y me pasaba la mano por la boca con mucha fuerza para limpiarme el pintalabios, me gritaba:
-¡Sacate rápido todo y guardalo donde estaba! Pero ¡sacate eso!
Puso todo en la mochila y me agarró re fuerte del brazo. Yo nunca había visto a la seño tan enojada.
- ¿A dónde me llevas?
- ¿Y a vos qué te parece? A hablar con la directora.
¡No! ¡Con la directora no! Iba a llamar a mi mamá y ella se lo iba a decir a mi papá!
Pasamos por el patio y todos mis compañeros se reían de mí.
- ¡Jaa! ¡Tiene la boca pintada!
Tocó la puerta de la dirección y entramos.
- ¿Pero qué hace con la boca pintada así? – me gritó la directora.
- Se escapó de la clase de gimnasia, fue al aula, le abrió la mochila a Mariana y le sacó un disfraz y unas pinturas que había traído. Cuando entré estaba con el vestido puesto y los labios pintados, bailando.
- Llamá urgente a los padres- dijo la directora.
- No no no no. Porfa porfa porfa no los llamen prometo que nunca nunca pero nunca más lo vuelvo a hacer – les rogué llorando.
- No. Esto es muy grave. Esperá afuera.
Salí y me senté en una silla mientras escuchaba cómo discutían en la dirección.
- Hola señora. Hablo de la escuela. Tuvimos una situación muy grave y necesitamos que venga cuanto antes.
Al rato llegó mi mamá. Me miró y me dijo:
- Ay, no. Lo hiciste acá también – y me abrazó.
Entramos y la directora empezó a hablar. Estaba tan enojada que no me miró ni una vez.
- Mire señora. Nunca habíamos tenido una situación como esta. Es la primera vez que sucede en nuestra institución y consideramos que no podemos pasarla por alto. La verdad es que algo sospechábamos pero nunca pensamos que ocurriría algo de estas características. Lo siento mucho pero este comportamiento es incompatible con nuestros valores y no podemos poner en riesgo nuestro prestigio académico. Lo lamento, pero va a tener que elegir otra institución. – dijo la directora.
En eso entró la señorita con mi mochila y mi campera.
Mi mamá me miró, me acomodó el pelo y sacó un pañuelo de la cartera. Y mientras me limpiaba los labios me dijo:
- No te preocupes, Luquitas. Ya vamos a encontrar el lugar donde puedan ver lo especial que sos.
De repente ya no me sentía tan mal. La miré, agarré mi mochila y nos fuimos de la mano.
Camino a casa compramos unas facturas con dulce de leche para tomar la chocolatada.
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P.