... como este tema de la pelicula Orgullo y Prejuicio.
Si. La de Jane Austen, la que tan mal nos ha hecho.
Que ¿por qué? y, porque al leerla nosotras, mujeres liberadas, libres, independientes, seguimos deseando que llegue el caballero dorado a broncearnos la piel impoluta, piel de mucha razón y tan poco corazón.
Esta música empieza sutil, discreta, desapercibida. Solo un chelo suavecito al que se le van sumando de prisa una orquesta imponente y aplastante que parece venir a rescatar al pobre chelo, como si necesitara ayuda, como si la necesitara. Como si con su tenor y minimalismo no pudiera hacerle frente solo a esta vida. Ahi viene la orquesta a ladrar no estas solo, soy yo, tu caracter, el que está para salvarte, tu impulso, tu arranque, tu defensa.
Después se amanza la fiera.
Demostrados los cojones le da rienda suelta, cataratamente, a la poesía que fluye, ahora en el piano, pero en serio que es catarata que va desde arriba y se larga. Como en la bajada del Chateau o en barrio San Martín que te da esa cosa de enamorado en la panza.
El enamorado es el piano que se larga desde arriba junto con la orquesta que armoniza, le da la mano y lo corteja, varios pasos más atras.
Se vuelve a calmar después de la erupción. Aparece una flauta amable que canta desde allá arriba, lo acaricia y dice no hace falta tanto, con mucho menos se hace igual,
Subí subí levitá hasta llegar a mi.
Cada momento dura poco pero toda la vida se reduce en esos cinco minutos. En serio.
El tema se llama tus manos están frías. Supongo que es lo que le pasa a alguien que ama a otro alguien cuando ese alguien le toma las manos. Le da cataratamente, sobretodo si aun no se han besado porque ya sabemos que las manos son lo que más cerca están de los besos, si.
Las manos y la boca.
La boca que es el sexto dedo.
Si. La de Jane Austen, la que tan mal nos ha hecho.
Que ¿por qué? y, porque al leerla nosotras, mujeres liberadas, libres, independientes, seguimos deseando que llegue el caballero dorado a broncearnos la piel impoluta, piel de mucha razón y tan poco corazón.
Esta música empieza sutil, discreta, desapercibida. Solo un chelo suavecito al que se le van sumando de prisa una orquesta imponente y aplastante que parece venir a rescatar al pobre chelo, como si necesitara ayuda, como si la necesitara. Como si con su tenor y minimalismo no pudiera hacerle frente solo a esta vida. Ahi viene la orquesta a ladrar no estas solo, soy yo, tu caracter, el que está para salvarte, tu impulso, tu arranque, tu defensa.
Después se amanza la fiera.
Demostrados los cojones le da rienda suelta, cataratamente, a la poesía que fluye, ahora en el piano, pero en serio que es catarata que va desde arriba y se larga. Como en la bajada del Chateau o en barrio San Martín que te da esa cosa de enamorado en la panza.
El enamorado es el piano que se larga desde arriba junto con la orquesta que armoniza, le da la mano y lo corteja, varios pasos más atras.
Se vuelve a calmar después de la erupción. Aparece una flauta amable que canta desde allá arriba, lo acaricia y dice no hace falta tanto, con mucho menos se hace igual,
Subí subí levitá hasta llegar a mi.
Cada momento dura poco pero toda la vida se reduce en esos cinco minutos. En serio.
El tema se llama tus manos están frías. Supongo que es lo que le pasa a alguien que ama a otro alguien cuando ese alguien le toma las manos. Le da cataratamente, sobretodo si aun no se han besado porque ya sabemos que las manos son lo que más cerca están de los besos, si.
Las manos y la boca.
La boca que es el sexto dedo.
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beso P