PREOCUPACIONES Y REFLEXIONES SOBRE LA PRODUCCIÓN DE CINE SURCOREANO DEL 2013
En Asia, la histórica disponibilidad a la buena y no tan costosa tecnología ha hecho que el uso de los aparatos electrónicos se sitúe en el centro de la vida y que el registro y posterior reporte de las actividades cotidianas sean la norma, generando una abrumadora naturalidad con la que el normal de la población domina la técnica. Sumado a la consolidación a fines de los 90 de un cine nacional gracias, principalmente al establecimiento del Busan International Film Festival (BIFF) junto con el Korean Film Council (KOFIC) y las universidades de cine, dan como resultado que hacer una película por estas costas sea bastante fácil. Al mismo tiempo, Corea cuenta con más de 20 festivales de cine a lo largo del año, hecho que prácticamente garantiza la exhibición de casi todas las producciones que se realizan (tomando en cuenta que estudiantes y nóveles directores comienzan haciendo cortometrajes y estos festivales o son exclusivamente o tienen una sección de cortometrajes). Asimismo, la Korean Academy of Film Arts (KAFA), subsidiaria del KOFIC y la mejor escuela de cine del país y, por tanto, la de más difícil ingreso, se asoció a CJ Entertainment para distribuir el trabajo de los graduados.
Sin embargo, en los últimos años las grandes producciones, con excepción de casos muy particulares y en los que no hay total acuerdo entre la crítica, han perdido notablemente el interés y la calidad que hace más de diez años estableció al cine surcoreano como un must en los festivales de cine del mundo. Basta decir que en este Cannes se proyectaron sólo cortometrajes de esta costa, para evaluar la calidad de las producciones de 2013. Historias de espionaje (comprensible si tenemos en cuenta la regular amenaza de Corea del Norte), romances adolescentes, majestuosas producciones históricas y a cuál más desolador melodrama, son básicamente los blockbusters que viene produciendo una de las naciones más ricas del mundo desarrollado. Un país entre la modernidad y la tradición y dividido contra sí mismo.
El éxito y la recaudación han remplazado a la calidad y lo preocupante es que estos valores se han establecido en las escuelas y universidades de cine como primer objetivo de directores jóvenes.
La falta de profundidad de la mayoría de los filmes presentados en los festivales de este año se sumó a algunos de los mayores problemas que enfrenta el cine coreano de directores jóvenes (es decir, problema que nace en las universidades de cine): historias mínimas de tono melodramático y solemne sobre personajes poco interesantes; la omnipresente estética de series televisivas (causada principalmente por la homogeneizante labor de los encargados de diseñar la imagen de los actores en los filmes) y el mensaje o moraleja final a través de una innecesaria y mal utilizada voz en off; esto es, el 90% de los cortometrajes surcoreanos de este año a cargo de los que serán los futuros directores de largometrajes, es decir, preocupante futuro si nos remitimos a estas primeras semillas.
Es evidente, por otro lado, que como en todo epicentro cinematográfico, a mayor producción, el porcentaje de filmes mediocres también se incrementa, dejándole el lugar de excepciones a los filmes que realmente valen la pena.
Sin embargo, entre la apabullante cantidad de películas producidas este año finalmente una luz apareció. Los filmes independientes (principalmente óperas primas o primeros largometrajes) están sobresaliendo y generando sorpresa en el circuito de los festivales y se alejan de aquellos males.
La gran ganadora en este BIFF, PASCHA, de la directora Ahn Seon-kyoung, es la sombría historia de amor entre una guionista de 40 años y un adolescente de 17, quienes viven juntos y enfrentan todo tipo de obstáculos, desde los predecibles prejuicio sociales, hasta problemas económicos y el servicio militar obligatorio que eventualmente los separará. Con un claro tono apesadumbrado que tiñe los colores del filme y la voz de los personajes, es la excepción a los lugares comunes desde donde puede narrarse un melodrama.
HAN GONG-JU, ganadora de dos premios en este BIFF y admirable primera película del director Lee Su-jin, es la historia de una adolescente que debe dejar su pueblo después de sufrir un trauma que se irá desvelando a lo largo del filme. Una clara demostración de cómo situar una historia entre adolescentes desde una perspectiva madura tratando, a su vez, un delicadísimo problema social con un magistral giro final del guión.
SHUTTLECOCK, ganadora del Citizen’s Reviewer Award (premio que compartió con Han Gong-ju) y del premio NETPAC (red de promoción del cine asiático) es una road movie iniciática sobre el viaje de un adolescente que, después de perder a sus padres en un accidente, decide ir en busca de su hermanastra. Film debut de la directora Lee Yu-bin, es una arriesgada historia de cómo un adolescente debe hacerse adulto a través de decisiones concretas (como aprender a conducir y lanzarse a la autopista, decidir o no criar a su hermano de 9 años o administrar el poco dinero que les queda) proceso que se plasma poniendo en duda cada una de las realidades que vivió hasta ese momento y evitando salidas obvias. Remarcable la actuación del protagonista y afirmando una vez más que los ahora adolescentes/jóvenes actores coreanos serán (si no lo son ya) grandes actores.
MY BOY, del director Jeon Kyu-hwan (conocido por sus extremos puntos de vista en sus anteriores filmes The Weight y From Seoul to Varanasi) comienza en un punto neurálgico de la historia de una familia. Sin pistas sobre el proceso que llevó a esa situación, si se tiene la paciencia necesaria, el esfuerzo será recompensado, sobretodo con las últimas escenas que quitan el aliento.
THE FAKE es el único largometraje coreano de animación en este BIFF. Del director Yeon Sang-ho (cuyo previo filme The King of Pigs ganó tres premios en el BIFF de 2011 y fue proyectado en la Semana de los realizadores en Cannes en 2012) narra la historia de un pueblo cuyo nuevo pastor e iglesia estafan a los habitantes con promesas de milagros. Sin embargo, en una historia tan susceptible a los manierismos, el director presenta una lúcida visión donde nadie es bueno, malo, engañado o ingenuo.
Los tabúes a representar del cine surcoreano
En una sociedad con fuertes reglas y tabúes sociales, destaca el coraje en las temáticas elegidas que si bien no son nuevas, sobresalen de la poco interesante masa antes mencionada. Abusos sexuales, abandono de hijos, abortos, incesto, pederastia y los perjudiciales efectos de las religiones en la sociedad son algunos de los temas sobre los que versan los filmes de la secciónKorean cinema today y de la competición oficial New Currents de este BIFF.
Sin embargo, la elección de estos temas no siempre va de la mano de un tratamiento inteligente. Desde una perspectiva occidental, la sociedad coreana tiene algunos problemas a solucionar. La violencia de género, incluido el maltrato físico, psicológico y los abusos sexuales, no tienen un nombre aún en el vocabulario como problema social. No cuentan con estadísticas serias o programas de asistencia consistentes y, debido a la diaria presencia de este tipo de situaciones en series y películas (hombres posesivos, celosos y violentos que a más intensidad, más amor) se terminan por naturalizar conductas aborrecibles. Es por esto que al ver algunos de los filmes uno se quede con la incómoda sensación de que hay algo que no está bien.
Los filmes antes mencionados saltan todas estas barreras. Son películas inteligentes con una estética sin pulir, todas ellas protagonizadas por adolescentes que se encuentran en esta extraña edad que podría compararse al momento del día en el que es difícil distinguir si la jornada comienza o termina, si es día o noche y es casi imposible discernir las formas a lo lejos; perfecta analogía para el cine producido en un país que, después de sobrevivir grandes crisis y de afrontar un abrupto crecimiento económico, dio como resultado una sociedad que corre sin saber muy bien a dónde va y que sigue patrones para otros exitosos (transpolable al cine de Seoullywood que emula, sin mucho sentido, blockbuster norteamericanos) y con un ritmo de vida tan vertiginoso que no da tiempo a pensar para qué se hace lo que se hace ni de evaluar si el camino elegido desembocará en la meta deseada.
A la vez, este año tres de los directores responsables de la Korean Wave allá por los comienzos del 2000, produjeron filmes a nivel internacional. Kim Jee-woon revivió a Arnold Schwarzenegger de las cenizas de la política (The Last Stand), Park Chan-wook se fue a pasear a Hollywood de la mano de Nicole Kidman (Stoker) y Bong Joon-ho puso a casi todas las etnias a convivir en la locomotora del fin del mundo (Snowpiercer).
Sin embargo, Stoker, por citar un ejemplo, a algunos nos produjo el extraño rictus facial que genera ver un filme que no termina de funcionar. La sospecha, incomodidad, insatisfacción que no nos generó ninguno de los tres extremos filmes que componen La trilogía de la venganza, hablan, quizás, de la incomunicable barrera cultural.
En un país en el que las industrias culturales y creativas son uno de los principales motores del crecimiento económico, que destina gran parte de su presupuesto para la industria cultural de exportación, el gran desafío es lograr un equilibrio entre productos enmarcados dentro de una cultura determinada y, al mismo tiempo, inteligibles fuera de la cultura que las produce para poder sortear la barrera cultural que no se limita a la emoción, ni a las impotencias de la percepción. Que no es cosa de una mayor competencia o voluntad pero está, casi siempre, presente y la mayoría de las veces es una presencia que devela una incomunicable ausencia.
Están por verse las decisiones que tomará una industria que tan ansiosamente busca rebalsar la frontera de Asia y llegar masivamente a Occidente. Decisiones que, gusten más o menos, no modificarán el hecho ya establecido e innegable de que el cine de Corea del Sur es uno de los más dinámicos y curiosos del mundo. Por esto es que nos sigue interesando. Porque su insaciable dinámica afirma una y otra vez, la intención de comunicarnos.
Comentarios
ajustada y amena sobre ese importante festival!